Si piensas que hay un limite, ya has creado tu propio limite. Siempre hay nuevos horizontes, el único limite lo pone tu imaginación. (Steve Vai)

jueves, 28 de febrero de 2013

Sabemos realmente escuchar???...

Hola a todos.

Me gustaría compartir con vosotros la opinión sobre un tema en concreto, el saber escuchar.

La mayoría de las veces que apreciamos un estilo de música en concreto, no hablo para ningún genero en especial, sin darnos cuenta, nos vemos forzados a verlo de diferentes maneras según donde nos lo muestren. Quiero decir que muchas solo admiramos las cosas de renombre, los artistas que salen por la radio y televisión, y olvidamos que puede haber mucho talento por ahí suelto. Muchas veces vamos a lo fácil, y nuestra impresión se basa mucho en si el artista es famoso o no.Tenemos que abrir mas los ojos,y sobre todo los oídos.

La música podría estar en cualquier parte y no hay que dejar que los medios de comunicación opinen por nosotros lo que es bueno y lo que no, y menos aún que dirijan nuestra forma de pensar y de apreciar las cosas. 
Así que mi consejo de hoy es que os paréis a escuchar a cualquier músico y le deis siempre una oportunidad, aunque no sea famoso, aunque no sea de vuestro estilo, porque quizá encontréis algo en ello que os conmueva. muchas veces.. como músicos.. queremos siempre que nos escuchen y que nos valoren.. pero... estamos dispuestos a hacerlo nosotros??? 

A continuación os dejo un texto que encontré por ahí y a sido el que me inspiro para hacer esta entrada.
Espero que lo disfrutéis también y os haga pensar un poco. 

Como siempre espero que os guste la entrada y el blog en general. Un saludo a todos.


Un hombre se sentó en una estación de metro en Washington DC y comenzó a tocar el violín, era una fría mañana de enero. Interpretó seis piezas de Bach durante unos 45 minutos. Durante ese tiempo, se calcula que 1.100 personas pasaron por la estación, la mayoría de ellos en su camino al trabajo.
Tres minutos pasaron, y un hombre de mediana edad de dio cuenta de que había un músico tocando. Disminuyó el paso y se detuvo por unos segundos, y luego se apresuró a cumplir con su horario.
Un minuto más tarde, el violinista recibió su primer dólar de propina: una mujer arrojó el dinero en la caja y sin parar, y siguió caminando.
Unos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escucharlo, pero el hombre miró su reloj y comenzó a caminar de nuevo. Es evidente que se le hizo tarde para el trabajo.
El que puso mayor atención fue un niño de 3 años. Su madre le apresuró, pero el chico se detuvo a mirar al violinista. Por último, la madre le empuja duro, y el niño siguió caminando, volviendo la cabeza todo el tiempo. Esta acción fue repetida por varios otros niños. Todos sus padres, sin excepción, los forzaron a seguir adelante.
En los 45 minutos que el músico tocó, sólo 6 personas se detuvieron y permanecieron por un tiempo. Alrededor del 20 le dieron dinero, pero siguió caminando a su ritmo normal. Se recaudó $ 32. Cuando terminó de tocar y el silencio se hizo cargo, nadie se dio cuenta. Nadie aplaudió, ni hubo ningún reconocimiento.
Nadie lo sabía, pero el violinista era Joshua Bell, uno de los músicos más talentosos del mundo. Él había interpretado sólo una de las piezas más complejas jamás escritas, en un violín por valor de 3,5 millones de dólares.
Dos días antes de su forma de tocar en el metro, Joshua Bell agotó en un teatro en Boston, donde los asientos tuvieron un promedio de $ 100.
Esta es una historia real. Joshua Bell tocando incógnito en la estación de metro fue organizada por el diario The Washington Post como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de la gente. Las líneas generales fueron los siguientes: en un entorno común a una hora inapropiada: ¿Percibimos la belleza? ¿Nos detenemos a apreciarla? ¿Reconocemos el talento en un contexto inesperado?
Una de las posibles conclusiones de esta experiencia podrían ser:
Si no tenemos un momento para detenerse y escuchar a uno de los mejores músicos del mundo tocando la mejor música jamás escrita, ¿cuántas otras cosas nos estamos perdiendo





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